Todo empezó con una idea, poner en valor un paisaje, un lugar, unas variedades mediterráneas, un patrimonio casi olvidado. A la idea le siguió una gran ilusión, mucho trabajo y paciencia… Hoy en día seguimos por la hoja de ruta marcada: plantar viñedo en lugares emocionantes, trabajar con dedicación las viñas y elaborar vinos que reflejen la identidad de nuestro territorio.
Desde el principio el foco fue el viñedo, otorgando una importancia total al lugar, y apostando por un paraje en la cara norte de la montaña más alta del territorio. Allí recuperamos viejas cepas plantadas por nuestros antepasados, pero también hemos vuelto a plantar en antiguas parcelas abandonadas de acentuadas pendientes, inmersas en plena montaña.
Creemos firmemente que es la unión de los lugares y las personas lo que nos ofrece los grandes vinos, y hay zonas donde los mejores lugares fueron abandonados hace años. Volver a plantar viñedos en estos lugares es una tarea fundamental.
Creo firmemente que es la unión de los lugares y las personas lo que nos ofrece los grandes vinos, y hay zonas donde los mejores lugares fueron abandonados hace años. Volver a plantar viña en ellos es una labor fundamental.